
A la salida de la corrida de la plaza de toros de Ceuta ya lo tenía todo previsto. Las fotos colgaban de un tenderete improvisado en el que los retratados de la tarde podían verse y, sobre todo, comprarse. Conseguía pasearse por el tendido haciendo fotos al personal. No buscaba la noticia, buscaba el negocio; no le interesaba el pase de pecho, quería dinero para ayudar en casa. El pequeño Bartolomé Ros tenía 14 años de edad y ya era lo suficientemente rápido como para revelar y positivar las copias de esa misma tarde y ofrecérselas calentitas a los clientes...MAS AQUI
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